martes, 9 de febrero de 2016

Y es cuando me siento en el banco de la calle y empiezo a pensar. Sí, en ese estado transitorio en el que estás presente pero tu mente ha viajado quilómetros y quilómetros hacia el más allá. En ese estado en el que te quedas mirando a la nada pero pensando en todo. Pues sí, en ese mismo.

Empiezo a pensar. Dejo que la mente me haga viajar, que me lleve a lugares desconocidos y por conocer, pasando de milagrosas lagunas hasta increíbles montañas, pasando ríos, mares y oceanos, tal cual, como si no fueran nada.

Hasta que me lleva a ti.

Estás ahí parado, en medio de mi mente en blanco que sólo oye recitar tu nombre, como tal poesía que cabe en un baúl. 

Me miras fijamente, como quién no quiere la cosa. Tu mirada me penetra y me hace estremecer. Ahora pienso en ti.

Pienso en la primera vez que te vi. Me quedé pensando en la curvatura de tus pómulos y la perfección de tus imperfecciones. Que todas ellas te hacen a ti, al ser mas bello de la faz de la Tierra. 

No puedo evitar recordar aquella vez que respiré tu aroma. Olía a felicidad, a buenos tiempos. Olía a ti, y eso me gustaba. E inspiro con fuerza, intentando respirar el aire que me envuelve y, con un poco de suerte, poder absorver tu aroma hasta que llegue a mis pulmones, y que ahí se quede para siempre.

También recuerdo tu andar, siempre muy recto y firme, aquel que yo deseo seguir a tu lado, incluso quizás cojiditos de la mano. Me paro a pensar en ese hecho. Yo quiero, pero, ¿y tú?

Mis pensamientos de dirigen al precipicio de tus pestañas, que tiemblan con cada parpadeo. Si te dijera algo, ¿qué harías? ¿Me piensas tú igual que te pienso yo a ti? ¿Tienes las mismas ganas de conocerme que yo a ti? ¿Llamo tu atención? ¿Te has fijado en mi? Si es así, ¿qué piensas de mi? ¿Cómo me ves? 

Miles y miles de preguntas del estilo me rondan por la cabeza. Me incomoda la situación. Me siento impotente, incapaz de resolver esas dudas. Pero también siento miedo. ¿Cuál es la respuesta a cada una de ellas? ¿Es la que yo deseo que sea o es todo lo contrario? Al fin y al cabo siempre hay 3 hipótesis, la que te gustaría que fuera, la que no te gustaría que fuera y la que realmente es. ¿Cuál me toca a mi?

Frente a esto, me despierto. Abandono mi estado de muerta en viva y me espavilo. Abro los ojos y ahí estás tú. Y me observas.

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