sábado, 9 de mayo de 2015

Sueños perdidos, errores cometidos

Desde muy pequeños aprendemos que los sueños son prácticamente imposibles de cumplir y, aún así, nos animan a hacerlos realidad, sabiendo que nunca se harán. Luchamos continuamente por poder realizarlos y estamos influenciados en todo momento a hacerlo, por nuestros padres, nuestros amigos o incluso nuestros ídolos, que día tras día dicen que nunca dejes de luchar por tus sueños, que así se cumplen. 
Pero por mucho que se luche, no se  cumplen. Eso no es cosa del poder o de la fuerza, incluso de las ganas de hacerlo realidad, sino del destino o de la suerte. Es a pura potra. Y, a veces, según cual sea tu sueño, todo depende de un don, una virtud o de ser el mejor.

¿Alguna vez habéis deseado tantísimo alguna cosa que cuando os dais cuenta de que nunca lo tendréis, no podéis evitar querer desaparecer?
Esa sensación de vacío que te recorre por el cuerpo, en tu interior, por las venas y arterias. Llamalo miedo, llamalo tristeza o llamalo como quieras. Pero lo sientes. Sientes ese dolor inexplicable que no le deseas a nadie. Un dolor que nadie puede borrar.

No es como el dolor amoroso, por una ruptura por ejemplo, es peor. Una ruptura se supera, se puede solucionar aprendiendo a volver a ser tú solo y al amor propio. O incluso se soluciona cuando aparece otra persona especial que vuelve a darle ese sentido especial a la vida, que hace que veas las cosas diferentes, de otro color, quizás rosa o quizás no, pero esa sensación de plenitud y felicidad que no puede esconderse así porque si vuelve a nacer en tu interior.

Pero no. Éste dolor del que os hablo hoy es peor. Es un dolor que te provocas tu mismo al ver que los sueños no se cumplen. Es un dolor que no es protagonizado por un desamor, una ruptura o un amor no correspondido. Incluso a veces no tiene relación con los demás. No se puede substituir porque no tiene substitución. Porque es único. Porque nadie puede solucionarlo.

Y sólo se supera si el maldito sueño, deseo, se cumple.

Es un dolor de impotencia e incapacidad. Esas ganas de hacerlo realidad que te comen por dentro y tú ahí, sabiendo que nunca se cumplirá.

¿Duro, verdad? Ánimos desde aquí, desde el otro lado del Internet.


No hay comentarios:

Publicar un comentario